sábado, 21 de marzo de 2009

Arena

Parte 5
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Carson se estremeció y quiso apartar la mirada. Pero se obligó a seguir observando; cualquier cosa que pudiera aprender respecto a su oponente le resultaría útil. Incluso este conocimiento de su innecesaria crueldad. En especial, pensó con un súbito y perverso acceso de emoción, este conocimiento de su innecesaria crueldad. Sería un placer dar muerte a la criatura, cuando se le presentara la ocasión.

Se fortificó para observar el desmembramiento de la lagartija, por este mismo motivo. Pero sintió una gran alegría cuando, con la mitad de sus patas arrancadas, la lagartija cesó de luchar y chillar y yació inerte y muerta en las garras del Intruso.

Este no continuó con el resto de las patas. Tiró desdeñosamente la lagartija lejos de él en dirección a Carson. El animal muerto describió un arco en el aire y aterrizó a sus pies. ¡Había atravesado la barrera! ¡La barrera ya no se levantaba entre ellos!

Carson se puso en pie de un salto, agarró fuertemente el cuchillo y se lanzó hacia delante. ¡Eliminaría a aquel ser en seguida! Habiendo desaparecido la barrera... Pero no había desaparecido. Lo descubrió de la manera más penosa, golpeándose la cabeza contra ella y casi desmayándose del dolor. Rebotó hacia atrás y se cayó.

Y cuando se incorporaba, sacudiendo la cabeza para despejarse, vio que algo volaba hacia él y, para esquivarlo, volvió a tenderse rápidamente sobre la arena, hacia un lado. Consiguió apartar el cuerpo, pero sintió un repentino y agudo dolor en la pantorrilla de su pierna izquierda.

Retrocedió a gatas, haciendo caso omiso del dolor, y consiguió levantarse. Entonces vio que lo que le había golpeado era una piedra. Y la esfera estaba cogiendo otra en aquel momento, lanzando hacia atrás los tentáculos que la aprisionaban para darle impulso, y a punto de disparar nuevamente.

Planeó en el aire hacia él, pero pudo esquivarla fácilmente. Al parecer, el Intruso era capaz de tirar con puntería, pero no demasiado fuerte ni demasiado lejos. La primera piedra le había alcanzado porque estaba sentado y no la había visto venir hasta que se halló sobre él. Mientras esquivaba este débil segundo disparo.

Carson lanzó el brazo derecho hacia atrás y lo agitó sin soltar la piedra que aún tenía en la mano. Si los misiles, -pensó con súbita alegría-, podían cruzar la barrera, no había inconveniente en que fueran dos los que jugasen a lanzarlos. Y el brazo derecho de un terrícola... No podía errar a una esfera de noventa centímetros de radio a una distancia de sólo cuatro metros, y no erró.

La piedra silbó por los aires, y con una velocidad mucho mayor que la de los mísiles disparados por la esfera. Dio exactamente en el blanco, pero desgraciadamente llegó plana, en vez de hacerlo de punta. Pero dio en el blanco, y, evidentemente, a juzgar por el ruido que hizo, tuvo que causar dolor a la víctima. El Intruso estaba buscando otra piedra, pero cambió de opinión y se alejó de allí.

Cuando Carson pudo encontrar y tirar otra piedra, la esfera estaba a cuarenta metros de la barrera y seguía alejándose. Falló el segundo disparo por escasos metros, y el tercero fue corto. El Intruso estaba fuera de su alcance..., por lo menos, fuera del alcance de un misil lo bastante pesado para ser efectivo. Carson sonrió con ironía. Aquel asalto lo había ganado él. A menos que...

Dejó de sonreír mientras se agachaba para examinarse la pantorrilla. El puntiagudo extremo de la piedra le había hecho un corte bastante considerable, de varios centímetros de profundidad. Sangraba mucho, pero no creyó que fuese tan profundo como para haberle afectado alguna arteria. Si dejaba de sangrar por sí solo, tanto mejor. Si no, tendría que enfrentarse con un problema grave.

Sin embargo, había algo más importante que el corte. Averiguar la naturaleza de la barrera. Se acercó nuevamente a ella, esta vez con las manos extendidas frente a él. La encontró; apoyó una mano en el obstáculo y lanzó un puñado de arena con la otra. La arena pasó a través de ella. Su mano, no. ¿Materia orgánica contra materia inorgánica? No, porque la lagartija muerta la había atravesado, y una lagartija, viva o muerta, era ciertamente orgánica. ¿La vida vegetal? Arrancó una ramita y la lanzó contra la barrera. La ramita la atravesó, sin resistencia, pero cuando los dedos que sostenían la rama llegaron a la barrera, fueron detenidos.

El no podía atravesarla, y tampoco el Intruso. Pero las piedras, la arena y una lagartija muerta... ¿Y una lagartija viva? Empezó a buscar, debajo de los matorrales, hasta que encontró una y la atrapó. La lanzó suavemente contra la barrera y vio que rebotaba y se escabullía por la arena azul. Esto le dio la respuesta, por lo menos hasta donde él podía determinar. La pantalla era una barrera para los seres vivos. Los muertos y la materia inorgánica podían atravesarla.


...continuará

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