domingo, 25 de julio de 2010

Igualdad...

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Esto si es democracia

sábado, 24 de julio de 2010

Un soldado en cada hijo te dio

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Mexicanos al grito de guerra,
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en su centro la tierra,
al sonoro rugir del cañón.

Ciña oh Patria! tu sienes de oliva,
de la paz el arcángel divino,
que en el cielo tu eterno destino,
por el dedo de Dios se escribió.

Mas si osare un extraño enemigo,
profanar con su planta tu suelo,
piensa oh Patria querida que el cielo,
un soldado en cada hijo te dio.

Estaba reflexionando acerca de lo que pasa en México y leyendo algunas noticias que ya se están volviendo parte de nuestros días.

Me di cuenta, después de leer un comentario en una nota que hacía referencia al HNM. Según nuestro glorioso Himno Nacional, todos los mexicanos somos soldados al servicio de nuestro país; pero eso no solo está plasmado en la letra de nuestro HNM, sino que también es parte de nuestra realidad aunque casi nadie se ha dado cuenta de ello: Todos los mexicanos mayores de 18 años, automáticamente pasamos a ser reservas. Entonces tenemos la obligación de servir a nuestro país en lo que se necesite para evitar lo que dice la primera parte de la tercera estrofa:

Antes, patria, que inermes tu hijos,
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie.

Y tus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la patria aquí fué.

Solo que estamos haciendo mucha concha y se lo estamos dejando todo a los de uniforme, que por cierto, valla todo mi respeto y admiración para ellos.


miércoles, 21 de julio de 2010

Las fotografías

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Fuí un asiduo lector y coleccionista de la revista Muy Interesante desde el año 1987 y dejé de comprarla hace 6. Nunca en ese periodo de tiempo dejé de ir por cada número nuevo a principios de cada mes y aún tengo esa parte de la colección guardada en cajas de cartón.

Dejé de comprarlas por varias razones:
  • Conocí internet y descubrí muchas más cosas que en la revista y más completas; además de que no necesitaba esperar un mes.
  • Comencé hacer planes de vida junto a una mujer maravillosa, quién me hizo desistir de comprarla para aprovechar el dinero en otras cosas.
  • Empecé a darme cuenta que de la revista que compraba, muchas páginas eran publicidad o artículos pagados.


Viene a mi ese recuerdo, porque leyendo y buscando cosas de interés, ví una colaboración en explicame.org sobre cámaras digitales.

En aquél momento de los años 90's, cuando leía el articulo en la revista, en alguna parte señalaba que el futuro de la fotografía era el formato digital y mostraba junto al texto diversas fotografías de medios de soporte de dichas imágenes digitalizadas: CD's y alguna especie de televisión que mostraba cada cierto tiempo una fotografía diferente. También explicaba el proceso de toma de imagen y posterior digitalización en un medio electrónico.

Se me hacía imposible pensar (claro, en aquél momento), cómo sería posible tener nuestros recuerdos guardados sin contar con una película o un papel que los respaldara. No me imaginaba comprando un aparato que me permitiera visualizar las fotografías que tomé cuando me fuí de vacaciones a la playa y se me hacía más sencillo meter un cartucho a mi cámara, tomar las fotos, ir al revelado e imprimir mis fotografías y recibir también mis negativos. Esos eran los pasos lógicos y para lo cual gastamos en la cámara, el rollo, el transporte y la impresión de nuestras fotos; las que por cierto, solo eran hasta 36 si todas salían bien.

Resulta que con el paso del tiempo aprendimos a tomar fotografías digitales, prescindir del rollo y guardar todas nuestras fotos en nuestra misma cámara y si queríamos, imprimirlas; lo cuál ahora ya no es ni requisito ni necesario.

Tampoco es requisito comprar un marco o un aparato para poder ver nuestras fotos, la propia cámara digital nos permite verlas incluso en el mismo momento de poder verlas. Qué tal la computadora? O el celular?

Ahora ya es posible llevar con nosotros muchos de nuestros recuerdos todos los días en un aparato que no pesa mas de 100 gramos. Y si alguna foto le gusta a alguien, simplemente se imprime para regalársela o se le pasa vía bluetooth.

Evidentemente la tecnología en cuestión de fotografía resultó ahora más completa y más económica que como lo vinimos haciendo los últimos 100 años; porque ya no necesitamos comprar un rollo por cada 30 fotografías, después ir a revelarlo y darnos cuenta que la mitad de las fotos no nos gustaron o no salieron bien.

Ahora que recuerdo, por aquí tengo conmigo un rollo fotográfico ya usado pero que todavía no revelo y de eso ya casi 5 años. La verdad no recuerdo bien que imágenes tenga, un día de estos voy y lo revelo. No valla a ser que cuando quiera ver las fotos que contiene no exista un negocio que se dedique a eso.

miércoles, 7 de julio de 2010

La Constancia

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El sol se ocultaba tras la Sierra de Bernal cuando el hombre se reincorporó de la sombra de un mezquite. Sacudiéndose el polvo de las nalgas, se dispuso a reunir a las chivas y retornar al corral. Apenas bajaba un sendero flanqueado por mancaballos cuando un ranchero a caballo se le aparejó por el costado menos accidentado.

-¿Cómo le va amigo?- preguntó con aire cínico el jinete al pastor.
-Pos aquí nomás oiga, ya me llevo las chivas de regreso ¡shhh! ¡Cállese condenado!- le gritó el pastor a uno de sus perros que le ladraba al jinete.

-Me manda decirle mi patrón que a los chamacos hay que respetarlos, ¡y más si son ajenos!-

Apenas terminaba de decir esa frase cuando el jinete se abalanzó sobre el pastor, quien desconcertado, trató inútilmente de evitar el relinche del caballo.

En cuestión de segundos, las patas delanteras le aventaron de espaldas a los espinosos cactos. El agudo grito de su amo puso al perro agresivo y se fue sobre las patas del nervioso caballo, pero el jinete ya se había dado tiempo de controlar al azabache con la mano izquierda puesta en la rienda, y sacar su pistola con la mano libre para despacharlo.

Un sonoro balazo tumbó al can en automático.

-La bala es pal’ perro y las espinas pa’ usté jijo de toda su… Si vuelvo a saber que le pega al Braulio ¡me lo trueno cabrón!- Tras la advertencia, el jinete dio media vuelta y se perdió entre los cerros, a trote lento, como no debiéndole nada a nadie.

Sidronio García pasó un mes pernoctando en el viñedo.

Ni las flores, los llamativos vestidos importados de Estados Unidos o las serenatas curaban el alma dolida de Teódula. Aunque el marido acudía puntualmente a atender La Constancia y realizaba su jornada completa, era la servidumbre de la casa quien ponía las trancas a las puertas y él regresaba a caballo a su viñedo. Una noche se desvió a la casa del cura Félix Madrazo Suárez.

-Vengo a suplicarle su ayuda, que interceda por mí con Teódula para que nos acepte a mí y a mi Braulio en la casa, el chamaco está creciendo sin padre y él no tiene la culpa.
El padre aceptó menuda encomienda y tras varios cabildeos, Teódula aceptó de vuelta a Sidronio, con su hijo. Tres días después, Braulio se despedía de su madre en la estación del ferrocarril La Biznaga, quien partía junto a su concubino y los tres hijos de éstos rumbo a la comunidad El Refugio, municipio de Rioverde.

Con su poderosa influencia, Sidronio le quitaba esa misma mañana los apellidos de Elpidia a Braulio y le daba los suyos en el Registro Civil del Ayuntamiento de Villa de Reyes: Braulio García Ayala, hijo natural del señor Sidronio García Ayala. Punto.

Así, Sidronio, Teódula, Rosenda y Braulio vivieron juntos nuevamente. Pero no revueltos. Doña Teódula habría de tomar las medidas pertinentes para evitar otra traición: una de ellas fue correr a las dos mujeres más jóvenes de la servidumbre, reemplazándolas con dos ancianas desprovistas de toda gracia, y asegurarse de que su hija Rosenda fuera la única dueña de todas las posesiones que ella heredó de doña Constancia Ramos y su padre.

Otros tiempos.

Tras las revueltas y con un gobierno encarrilado, que lentamente comenzaba a construir caminos y escuelas en los municipios del estado, Sidronio y Teódula enseñaron a sus respectivos hijos la dura tarea del comercio y la administración de los bienes familiares.
Aunque la actividad minera y el procesamiento de metales demeritaron considerablemente a la segunda mitad del siglo XX, y de que las haciendas fueran expropiadas y entregadas a los ejidatarios, para sumergirse en una lenta y eterna decadencia, Villa de Reyes y su rico abastecimiento de agua continuaban fomentando la actividad agrícola, el comercio y una incipiente industria que sostuvo la actividad económica del municipio, conformado ahora por unos 20 mil habitantes.

Sidronio para entonces era un hombre maduro que siguió tras el mostrador de La Constancia y llevando las riendas de su viñedo. Muchos le conocieron sus dotes de alquimista, pues además se dedicó al estudio y cultivo de plantas medicinales que luego convertía en pócimas para cualquier mal. Él era el “doctor” a falta de médicos.

Desde picaduras de víbora, viruelas y tifos, hasta dolor de muelas, tos y fiebre. Todo lo curaba Sidronio en La Constancia. Cuando se le juntaban pacientes, el guanajuatense tenía que atenderlos bajo la fresca sombra de los portales de la finca.

Sin embargo, la creciente población modificó sustancialmente las formas tradicionales del comercio, arrebatándole la exclusividad que tenían los suyos. Si antes las tiendas del pueblo eran las únicas que surtían las necesidades de kilómetros a la redonda, ahora las comunidades más populosas contaban ya con su propia casa de semillas y de insumos agrícolas, sus tiendas de abarrotes y molinos.

Aunque dichas circunstancias comenzaron a afectar las ventas del guanajuatense, éste supo arreglárselas para mantener sus negocios a flote. Lo que ahora necesitaba era lidiar con las diferencias que doña Teódula Ramos siempre marcaba entre su hija y Braulio, transmitirles el oficio para que continuaran con la tradición y el apellido, pues él comenzaba a perder ánimo y fuerzas.

Sidronio fue un padre estricto y disciplinado (como él mismo fuera educado en su niñez), pero también generoso y de franco amor a Rosenda y Braulio (las malas lenguas del pueblo afirmaban que Sidronio tuvo otra hija de nombre María del Carmen Guerrero Escamilla, a quien él nunca reconoció).

A los dos les daba domingo, y les dedicaba las viejas fotos donde hacía gala de su juventud y gallardía, como aquella foto tomada en el estudio Daguerre, del señor Carvajal, que al reverso se lee: “Dedico este retrato a mi hijita Rosenda García Ramos, que ésta actualmente tiene la edad de 11 años. Villa de Reyes. Enero 30 de 1952. Sidronio García Ayala”.

En la siguiente década, Sidronio, ya de pelo blanco como la nieve, al igual que su pronunciado bigote, desincorporó algunas de sus propiedades en la cabecera municipal para realizar otros negocios y capitalizar La Constancia. Atestiguó junto a Teódula -mermada ya en su salud- la boda de su hija y la de Braulio, y a los pocos años, la naturaleza reclamó a Sidronio García su regreso a la Tierra.

Fue en 1968 cuando la muerte le llegó al guanajuatense. Tres años después le siguió Teódula, dejando a Rosenda como única propietaria de La Constancia y el ex presidio. Braulio García Ayala heredó de su padre otra finca colindante con La Constancia, que en esa época ya había dejado de comercializar diversas mercancías por la creciente competencia.

Tras la muerte de Sidronio García, la migración a Estados Unidos cobraba auge, contagiando también a algunos habitantes de Villa de Reyes. Esa falta de gente nueva y el apoderamiento de los puestos públicos de los caciques locales, que se enriquecían a costa del dinero público y propiciaban un estancamiento del desarrollo de municipio, comenzó a hundir al pueblo en la más completa indiferencia.

Y el esplendor fue opacándose. Con los años, Rosenda García abandonó todos los giros que dominaba el centenario establecimiento y convirtió a La Constancia en sombrerería.

Rosenda García, su hijo y su nieto atienden tras el largo mostrador de madera, como lo hiciera doña Constancia Ramos y su hija Teódula en los años de la Revolución. Y atrás de La Constancia, en otra vieja casona vive Sidronio Antonio García, hijo de Braulio (ya fallecido), con su esposa y sus hijos, sumados a la vida cotidiana del pueblo (el guanajuatense logró perpetuar su apellido…).

Pero el estado de la tienda y el viejo presidio es preocupante: los aplanados de las paredes se desmoronan con el tiempo y la cantera de los arcos del portal se está cayendo a pedazos.

A pesar de que Rosenda García ha tratado de darle mantenimiento, la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia le prohíbe rehabilitar la finca si no es a través de especialistas, pero éstos cobran cantidades impagables y el INAH (que tampoco cuenta con un estudio detallado del inmueble, pese a ser más antiguo que cualquiera de los edificios de la capital potosina) no la apoya con recursos para llevar a cabo dichos trabajos.

Tampoco el Ayuntamiento de Villa de Reyes y los numerosos alcaldes que han desfilado por la presidencia han mostrado interés en preservar la identidad del pueblo. Las haciendas de la región, con más de 50 años de abandono, lucen mejor que la propia cabecera municipal.
Inversionistas y amantes de la historia con dinero intentan infructuosamente de convencer a Rosenda de que les venda su última posesión. Ambicionan esa finca, que sigue en pie, atestiguando el paso del tiempo, contemplando el surgimiento y el ocaso de cada generación.

Y aunque Rosenda ya no posee la riqueza ni la influencia que hace 100 años tuvieron sus padres, tiene invertidos valiosos recuerdos en cada rincón de la casona, memorias que se quedarán, como inquilinos imborrables del lugar, para siempre.

viernes, 2 de julio de 2010

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1 comentarios
Pues ahi está...

Se cumplió el vaticinio. Soy malo para irle a un equipo de fútbol en el mundial de Sudáfrica: Holanda ya eliminó a Brasil.
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