viernes, 10 de abril de 2009

Viernes a las 6 de la tarde

Hoy me la pasé solo y un poco aburrido en mi casa. No hay nadie porque salieron a pasear aprovechando los días de vacaciones que da Semana Santa y todo mundo se largó apenas eran las 11 de la madrugada.

Me quedo, me acomodo, prendo la televisión y aunque le doy muchas vueltas al zapping, no encuentro nada que me llame la atención.

¿Qué demonios haré hoy? Y más porque apenas son las 6 de la tarde... ¡Las 6! Y del viernes... ¡Imaginate nadamas!

El sol aún cae a plomo, porque como ya entre que estamos en plena primavera y que le adelantamos a los relojes por el horario de verano, el solecito todavía cala en donde te pegue.

Bueno. Dejo la televisión prendida -al menos que me haga un poco de compañía pienso yo-. Busco qué comer, porque de lo aburrido ya se me había olvidado que no he comido desde las 11 de la mañana y pues, como que ya toca.

Abro el refrigerador, busco algo que me antoje, encuentro algunos quesos, rebanadas de jamón, refresco, tortillas, leche, unos trastecitos que contenían algo asi como sopa o caldo... la verdad no quise investigar y los dejé ahí donde estaban.

Por ahi escondida estaba una cacerola con tremendo pescadote frito dentro. Yo dije: ¡Andale pues! ¡Ni modo pecesito... ya te chingaste!

Dejé los quesos en la mesa -no valla a ser que el pez no me llene y busque algo más al rato-. Regresé las tortillas al refri, saqué la botella de coca cola y me dispuse a cocinar mi tremendo pez.

Puse el animal en la lumbre y fuí a ver que tal estaba la coca. Hay que recordar que una buena coca cola se debe terminar minimo en las 2 siguientes horas despues de haber abierto la botella, porque si no ya no sabe igual y como yo soy un amante de la coca cola, y más si está lo más fresca posible... pues esa que saqué del refri no me convenció.

Dejé el pez en la estufa, ya se oía como crepitaba, me salí a toda carrera a la tienda a comprarme una. Iba con la idea fija en mi mente de comprarme un litro y sentirme egoista por un momento, acabarme yo solo un litro de coca junto con mi pez. Al fin llego a la tienda:

-Oiga ¿Tiene cocas de litro?
-Mmm, no joven, nomas tenemos de litro y medio pero coca no, solo fanta, sprite y seven.
-¿Y cuánto cuestan?
-La fanta, el seven, el sprite y el caballito le cuestan diez pesitos.
-¡Huy! apenas traigo los diez varos ¡Jaja!.
-Bueno, ándele, el que guste.
-Oiga, y ¿Cuál esta más frío, el seven o la fanta?
-Pos deben estar igual, estan ahi desde la mañana.
-Mmm, Oiga y el peñafiel ¿Cuánto?
-Ese es de trece pesos.
-¡No! ese no.
-Bueno, ps... me llevo la... el... (tentaleando cuál se siente más frio) ¡Este!
-Ándele pues, el seven.
-Bueno, ps gracias don.
-¡Ándele!, no hay de qué.

Me fuí directo a la cocina, pensando ya en cómo me iba a comer el pez. Destapé la cacerola, y me pregunté qué le podría faltar para que me supiera más sabroso. Para empezar, le dejé caer casi media barra de margarina. Pensé -No, pues asi como los hacen en los restoranes: a la mantequilla y ajo-.

Bajé la sal con ajo que tiene mi mamá en la alacena y le puse un poco a la mantequila. Le dije al pez: -¡Andale! Ahí vas a nadar ¿Eh?- Lo revolqué varias veces y no conforme con el sazon que le estaba dando, le puse pimienta, jugo maggi y ¡Hasta tequila! por aquello de que no se valla a secar mucho.

Le apagué a la estufa y puse mi pez dentro de un plato. Me prometí: -A este, te lo vas a comer sin salsa, para que disfrutes el sabor asi, al natural.

Abrí la botella de litro y medio de seven (¡Huy! Que raro se escucha eso) y me puse a espulgar el pez para quitarle todas las espinitas. Todo lo durito de este lado y toda la carnita de este otro. Se sentía el aroma exótico que tenía mi pez y... pues no me duró ni 5 minutos. Creo que me tardé más en espulgarlo que en comermelo.

Apenas son las 6:40 de la tarde. Al final de todo, sigo aburrido, no me pude tomar un litro de coca yo solo, el pez duró más calentándose que siendo espulgado y todavía menos en ser comido. Los quesos ya no se me antojaron. Tengo mucho refresco que ya no sé que hacer con él, y... no cumplí mi promesa.

¡Le puse salsa al méndigo pescado!

.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ni modo pececito... ya te chingaste!! ja ja ja ja ja ja ...

Está bueno el relato de tu día!

Y.J.

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