miércoles, 29 de septiembre de 2010

La hora de dormir

Soy muy malo para dormir en el día; a menos que sea una de esas siestas reparadoras de 10 o 15 minutos a media tarde.

Digo esto, porque comencé a trabajar de nuevo por turnos y en esta semana me toca trabajar de noche. Para mi es un sacrificio enorme, no tanto el ir a trabajar -porque disfruto trabajar ahí-, el real sacrificio es que estoy acostumbrado a dormir 7 u 8 horas diarias y cuando ando en ese horario no duermo más que 3 o 4, con el consiguiente cansancio al día siguiente, el cual se va acumulando a lo largo de la semana.

Además de que no me deja hacer nada: me la paso de la cama al trabajo y del trabajo a la cama, así, literal. Porque busco e intento de una y otra manera tratar de dormir más en el día y no puedo lograr una fórmula que me resulte.

Me han dado muchas recetas para conciliar el sueño: la clásica leche tibia, no comer mucho, un dalay (jaja), un te relajante, un buen baño calentito antes de acostarme, etc...

También he hecho por mi parte: oscurecer mi recamara, dormir recargado en la cabecera, poner la tele con el volumen bajo... y nada. Solo funciona una vez y al día siguiente sigo igual.

Quizá solo queda acostumbrarme a la idea de dormir menos, y no solo cuando ando de noche; sino también en días normales, para irme acostumbrando a menos horas de sueño y así equilibrar mis desvelos.

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