jueves, 31 de diciembre de 2009

Recordando

No soy de las personas a quien le guste la fiesta y andar celebrando todo lo que dice el calendario; soy mas bien una persona tranquila a la que le gusta estar relajado y dejar pasar los días tal cual son. Algunos dirán que soy aburrido o introvertido, no lo sé, quiza si pero asi es mi forma de ser y siempe lo ha sido.

De hecho, no me gusta celebrar la navidad; se me hace una de esas cosas superficiales que solo sirve de pretexto para comprar solo por comprar y regalar porque debes hacerlo sin detenerte muchas de las veces a pensar si es porque te nace o porque tienes que. En caso de ser la segunda opción, lo considero hipocresía.

No recuerdo bien cuantas navidades y años nuevos he pasado. La verdad no quiero hacer memoria pero ya han sido bastantes. Sin embargo, recuerdo mucho y con mucho cariño una navidad de hace quizá 20 años, en la cual en casa donde vivía con mis papás, no teníamos para cenar y ya no se diga celebrar. Esto a consecuencia de que mi papá no tenía trabajo y por consiguiente, dinero.

Nos preparamos mis papás, mis hermanos y yo a cenar sencillo despues del rosario para acostar al Niño Dios: un atole y unos tamales que hizo mi mamá con esfuerzo y sacrificio. Ni modo, así debían ser las cosas ese 24 de diciembre.

El detalle que siempre me ha hecho recordar esa navidad por encima de cualquier otra, es que precísamente disponiéndonos a comer nuestra humilde cena llegó un tio mio con un pavo ahumado que le habían regalado en su trabajo y como vivía solo, decidió compartirlo con nosotros.

Solo faltaba calentarlo! Pues bien, mientras se calentaba, llegó una vecina y traía un plato lleno de tamales, ofrenda para el Niño Dios de su casa. Despues otra vecina llegó con buñuelos...

Nunca lo esperamos y puedo jurarlo; pero al final teníamos tanta comida que quedó para celebrar el año nuevo y aun así todavia teníamos bastante pavo. Me gustaría aclarar que en ese año pasamos por un mal momento financiero y el agua nos había llegado al cuello. Yo era joven en ese tiempo, quiza tendría 12 o 14 años, mas sin embargo, esa navidad la recuerdo más que cualquier otra en la que hubiera recibido juguetes. Esa navidad fue realmente inesperada en cuanto a los sucesos y las acciones de quienes nos rodean y en especial, de quien no habiamos visto en mucho tiempo.

Valla este recuerdo como un homenaje-agradecimiento a mi tio Antonio Valladolid, quién nos dió alegría y algo para celebrar; y a mi en lo personal, la mejor navidad que he tenido hasta hoy.

Que a partir de este día, todas las cosas buenas sucedan inesperadamente y con frecuencia, para no dejar de maravillarnos de la vida y sobre todo, seguir teniendo fé de las personas que nos rodean. Felicidades a todos por haber terminado un año y llegado a uno más. Deseo para todos ustedes mucha Salud y Amor. Que el dinero lo hacemos nosotros mismos.

1 comentario:

Yuli dijo...

Que buena anécdota!! Muy agradable recordar cosas que realmente nos llena...

Abrazos!

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