viernes, 6 de agosto de 2010

Solo, solito...


Hace algún tiempo accedí a acompañar a un amigo al cine, no por puñales, si no porque si yo iba también lo haría una amiga (Ya saben como son las viejas) y como mi amigo quería ver “que pasaba” con ella, pues a chingarse, vámonos al cine.

Llegamos, compramos palomitas, boletos, nosotros dos (Como buenos hombres maduros) queríamos entrar a ver RESIDENT EVIL 4, pero ya había comenzado 25 minutos antes y solo quedaba una película que se llamaba “LA SANTA MUERTE”, por el titulo dedujimos que era de terror (Somos reteinteligentes, ¿Qué le hacemos?) y pues ya que. Entramos y bueno, la sala estaba medio vacía, buscamos un buen lugar y nos sentamos.

Al entrar lo primero que me llamó la atención fue ver sentado a un viejito como de sesenta y algo de años a dos filas (vacías) delante de nosotros, solo, pero solísimo, el y sus palomitas viendo el churrazo de película mexicana que escogimos; al terminar, se paró, cargo su basura, la tiró en el bote y se perdió entre toda la gente-zombi que abarrota las plazas comerciales.

No se ustedes pero en lo personal me llamó mucho la atención la actitud de alguien así. Es decir, realmente se necesitan unos huevos para ir al cine solo, con el único afán de matar el tiempo. Cuántos de nosotros se atreverían ir al cine solos, o a cualquier lugar de esparcimiento sin compañía, sin la intención de encontrarse a alguien y caminar simplemente para estar bien y relajarse?

Algunos lo llaman autoestima o amor propio. El nombre a mi me viene importando medio pistache. Yo he experimentado eso en variadas ocasiones y lo he disfrutado sin importarme siquiera si tiene un nombre. No es que me desagrade la compañía, si no que me agrada mi soledad; más específicamente me caigo muy bien, me siento a gusto conmigo mismo, soy a toda madre conmigo (si estoy de buenas obvio).

Esos espacio pequeños en los que estamos en soledad son los que nos convierten en lo que somos, esos ratos son en los que yo puedo pensar en mi, debatir conmigo y si es preciso mentarme la madre y corregir las cosas chuecas.

Pienso que la mayoría de las personas tienen miedo a estar solas por ese detalle, se tienen miedo a sí mismos, a darse cuenta de que lo que son no es nada más que inercia de los ratos de soledad que tuvieron alguna vez en su vida. Somos pocos los que cada noche antes de dormirnos no le hablamos al aire hincados y con las manos entrecruzadas pidiendo algo; sino que nos acostamos y para conciliar el sueño dejamos que López Dóriga hable mientras estamos mirando al techo pensando en lo que pasó hoy o lo que pudimos haber hecho en alguna ocasión especifica y que quizá hubiese cambiado lo que somos.

Por eso siento pena por los que saben que un día es distinto de otro simplemente porque el calendario lo marca, lo mismo con los meses y años. Brr!!, pobres de ellos que encienden la televisión o algún reproductor y se sientan a ver y escuchar lo que sea con el pretexto de “matar el tiempo” cuando en realidad buscan evadir la soledad.

Por eso hoy me voy al cine solo, para disfrutar de mi soledad al igual que hizo ese viejito... O tal vez, solo era un señor a quien alguna nenorra dejó plantado, sabe, solo sé que me gustó imaginar esta sarta de idioteces.


xldrin

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