En tus manos está

Los buenos vinos se beben a sorbos, con probaditas que apenas humedezcan la boca para disfrutarlos y saborearlos, distinguir sus matices y características; para conocerlos, pero sobre todo para apreciarlos. Entonces ¿por qué con la vida no hacemos lo mismo?, ¿Por qué pareciera que a ella nos la queremos comer de un bocado. ¿Acaso no es lo suficientemente especial como para que la saboreemos al igual que el más exquisito de los manjares?

Hay un dicho popular que recita: "Hay más tiempo que vida", y nada más cierto pues el tiempo es infinito, mas nuestra vida sólo Dios sabe. Muchas veces creemos que la felicidad se encuentra en la cantidad de cosas que hacemos mientras vivimos, cuando en realidad esto nada tiene qué ver con ser felices, sino la calidad y el gusto que le pongamos a lo que hagamos.

Aunque la actitud de querer vivir al máximo la relacionamos con ser joven, existen muchísimas personas adultas que siguen viviendo la vida como si se tratara de una carrera contra el tiempo, en la que sólo aquél que ha vivido muchas y variadas experiencias, al final del camino habrá sido feliz.

Vivir de esta manera tiene un gran inconveniente, y es sin duda que por la prisa de querer siempre más se pierde la sensibilidad para valorar y disfrutar los pequeños detalles que en ocasiones son los que en realidad valen la pena, eso sin contar que nos hace vulnerables a caer en excesos casi siempre nocivos y peligrosos.

Para ejemplificar lo anterior basta con que imaginemos que enfrente tenemos un delicioso y especial platillo, nuestro favorito, y tenemos dos opciones: comerlo a toda prisa, o hacerlo con calma, con bocados pequeños para que paladeemos todos y cada uno de los ingredientes, hasta que los sabores inunden nuestros sentidos, ¿No elegirías la segunda opción?, yo creo que sí. Pues bien, lo mismo aplícalo a la vida, es única, especial, y sobre todo deliciosa. Entonces ¿por qué querer comerla de un bocado?

Cuando uno come de prisa y en demasía muchas veces sucede que no nos damos cuenta cuando nos llenamos, ya que ingerimos la comida tan rápido que no permitimos que el cerebro envíe la señal de parar a tiempo, y cuando lo hacemos nos sentimos incómodos e indispuestos, y no tardaremos en arrepentirnos de haber comido tanto y tan rápido. Bueno, pues lo mismo sucede con nuestros actos, si nos dejamos llevar por el momento y nos enrolamos en la carrera por vivir el máximo de experiencias en el menor tiempo posible, nos estaremos colocando en una posición vulnerable en la que fácilmente, al igual que como pasa con la comida, quedemos incómodos y arrepentidos porque no habremos permitido a nuestro cerebro analizar nuestros verdaderos deseos, y quizás haremos cosas de las que más tarde nos arrepintamos.

"De lo bueno poco", ya que sólo aquello que no tenemos en demasía se valora y se disfruta; por ello disfruta las fiestas, no las conviertas en una adicción pues habrá tiempo para más. Disfruta la comida, pero sólo para saciar tu hambre, y detente cuando sientas que no te está haciendo bien. Disfruta un buen vino, pero no te excedas, pues algo que podría ser un gusto se puede convertir en desgracia.

Pero sobre todo saborea la vida, porque para eso estamos aquí, para ser felices, para disfrutar de todos sus colores, sus sabores y olores, los momentos grandes y pequeños que sólo viviéndolos con calma y con todos los sentidos, podremos apreciar lo importantes que son.

Angélica Díaz Goytortua